sábado, 10 de mayo de 2014

CENA DE OTOÑO EN VILLA PEHUENIA

Entusiasmados con el reciente Festival del Chef realizado en nuestra Villa, que nos dejó llenos de alegrías y sabores, nos atrevemos a regocijarnos con los 7 grados de temperatura de esta noche para preparar un delicioso plato en una de nuestras Cabañas Bahiamia mientras el Lago Aluminé apaga su brillo con la llegada de la noche.

Elegimos una receta de Dolli irigoyen, quien fuera madrina del increíble festival del año pasado, (una pena que no haya podido venir este año) “robada” de su web.
Aunque el cordero es propio de zonas más al sur que Villa Pehuenia, se consigue fácil y es una tentación única para esta noche de otoño.
Los ingredientes necesarios pueden verlos en la web de Dolli, una genia que transmite con calma ese placer por cocinar.

Afuera hay algo de viento y un frío todavía tibio. En la cabaña los vidrios empiezan a empañarse con el hervor de los papines. Mientras vamos dorando, sellando como aprendimos, las piezas de cordero. La receta original incluía un puré de garbanzos que no pudimos hacer pero sí la “gremolata” para la que estamos tostado unos piñones.

Quería escuchar algo instrumental mientras cocinaba pero la música es la vida de familia. Escucho un especial de García Márquez en National Geographic que alguien está viendo, una conversación con un amigo al que se le cuenta con entusiasmo como avanza la construcción de las nuevas cabañas.

Los piñones ya están tostados. Ahora hay que picarlos con dedicación (me gusta ese crujir pausado sobre la tabla) y mezclarlos en un bol, en realidad es un tupper, debo confesar; con perejil picado y un poco de ralladura de limón. Sal, oliva y que maceren juntos hasta que termine con el resto.

Hay que sacar rápido el cordero así queda apenas dorado y ponerlo en el horno para terminar de cocinarlo con sus jugos. Lento. Con tiempo, para estirar este momento perfecto. Total, acá no hay urgencias ni stress.
Los papines ya están hervidos. Los corto a la mitad, ¿cómo aguantan los chef para usar los dedos sin quemarse!!!. Y los sarteneo en oliva con un par de dientes de ajo aplastados, bien rústicos, sal y pimienta. Hay que agregarle romero, que me traje de mis plantitas de la cuasi huerta que tenemos en Bahiamia. Pero prefiero ponerlo al final, cuando ya estén listos. Me gusta descubrir el sabor de las hierbas casi sin cocción.

Ya terminaron la charla telefónica y con una copa de vino me invitan a ir hasta la orilla del lago. Hace un frío lindo. El calor de la cocina me contrasta en la cara con esta noche en Villa Pehuenia, caminando a orillas del Aluminé, mientras la arena de la playa cruje de frío.
Al otro lado se ven las luces de la Villa. Más calma, sin la emoción del Festival, ni los movimientos de temporada alta. Todo es paz, falta la luna creciente escondida detrás de varias nubes. Restan algunos días para estar llena. Espero que el cielo esté limpio para ese momento.

Adentro!!!, que el cordero ya está. Lo “emplatamos” (aprendemos rápido los términos gourmet) con los papines crocantes  y bañados en la gremolata que ya sumó todos sus sabores.
Nos sentamos todos frente al ventanal que da al Lago, aunque sólo se intuye en esta noche sin luna. No hay aplausos para el chef, eso sólo corresponde a los asadores por lo visto, jaja!! Pero todos devoran el “carré de cordero con papines salteados”. Mientras, planeamos levantarnos para hacer una mini excursión de treeking y sacar fotos del otoño en los senderos de Bahiamía con sus araucarias, ñires y otras maravillas. Pero eso será mañana, falta tanto…
Ahora, es disfrutar esta delicia. Gracias Dolli por la receta y por tus visitas anteriores, que nos inspiraron a disfrutar momentos y sabores, en este rincón del mundo tan querido que es Villa Pehuenia.